Sobre Fabio Ambrosio

Charlei

Partiendo de la idea que nuestra identidad es una identidad construida por varios factores, y que el ser humano se encuentra en un estado innatural del cual muchas veces ni se da cuenta por costumbre, es necesario que cada individuo, en un dado momento de su vida, cuestiona la autenticidad de su identidad. Dado que cada persona es solo relativamente autónoma, ya que depende, para su desarrollo, de su entorno social-cultural. La liberación personal solo se consigue auténticamente modificando aquello que lo determina.

No estamos simplemente determinados por nuestra condición biológica, sino que lo que nos define, como especie, es ser “racionalmente activos”. La identidad humana es una construcción que el sujeto humano va realizando al tomar conciencia de su accionar, al advertirse como causa permanente de sus variados efectos.

En resumen, existe identidad personal (autentica/autónoma) por la conciencia que el hombre tiene de sus actos y pensamientos presentes (aunque por su contenido, algunos pensamientos se refieren al pasado). La actividad del ser humano no solo depende de conductas instintivas, también de su capacidad para ampliar el registro simbólico de posibilidad de acción, lo que conlleva abrir la conducta a lo innovador y lo inédito. Se transgreden así los patrones de conducta establecidos en el pasado, un paso que gran parte de la gente, por mimesis, papanatismo e inhibición de sus capacidades, se muestra incapaz de realizar. Hay que insistir frente a todo riesgo de dependencia externa, que la moralidad tiene su origen en el celebro humano, es decir, en nuestra capacidad para conocer, deliberar, evaluar y tomar una decisión. Por otra parte es la acción lo que nos permite ir creando un mayor horizonte humano y, frente a todo acomodamiento al legado del pasado, hay que esforzarse para ir innovando.

En el proceso de (re)-construcción de la identidad personal, se busca la autonomóa moral y la maximacion de las oportunidades de emancipación del sujeto. Mas que nunca, es necesaria la formación de un sentido critico en el sujeto, lo que contribuye a su crecimiento autónomo y al proceso de formación de una identidad auténticamente personal. Desarrollar el sentido critico y la autonomía es dejar a un lado todas las presiones ambientales de naturaleza socio-cultural. Se entiende que es una critica positiva que trata de diferenciar lo que es valioso de lo que no lo es. Por supuesto esa capacidad critica del sujeto depende de la calidad de las interacciones con el medio social, de la cultura que se le presenta y del contexto en el cual desarrolla su identidad. Por una parte el sujeto critico busca con su reflexión una posible verdad, pero sabiendo que no existe ninguna absoluta. Por otra parte, el sentido critico no se construye adecuadamente sin el conocimiento reflexivo de ciertos hechos personales y sociales, los cuales pueden hallarse en polémica desde el punto de vista de los valores y requieren ejercicios prácticos de juicio, comprensión y de transformación.

El objetivo final de una identidad personal emancipadora es permanecer siempre fresco y abierto, preparado para enfrentar la realidad, en cada momento, con formas nuevas y efectivas, sin vínculos rígidos ni reglas preestablecidas.

Este proyecto fotográfico utiliza la figura de un niño, la cual identidad se va formando en los primeros años de su vida en parte por imitación de lo que es el contexto socio cultural donde “por casualidad” se halla. En este caso el niño es simplemente la metáfora de un identidad adulta que por costumbre, sigue viviendo su propia vida sin nunca cuestionarla. El sujeto adulto mucha veces cree de estar conduciendo una vida autentica mientras muchas veces lo que ocurre es que vive siguiendo lo que la sociedad impone. Desde pequeños nos imponen reglas, conceptos y ideas que son simplemente hijos de la cultura en la cual crecemos. Al momento de nacer somos una identidad “libre”, autentica. Los padres (y todo lo que lo circunda), metáfora de la sociedad en la cual se encuentra una identidad adulta, son por el niño las famosas “sombras” citadas por Platón en el mito de la caverna. Crecemos con un concepto de normalidad fruto de lo que hemos vivido hasta entonces y no tenemos la necesidad de cuestionar lo que nos circunda porque es “lo que hay”. En algunas fotografías el niño, aun en una condicione “libre” intenta de cuestionar todo esto, aunque con el tiempo va conformándose a lo que es la realidad en la cual vive. Los mismos padres intentan de trasmitir, a veces con intención a veces sin, lo que por ellos es su concepto de normalidad. En fin, nuestra identidad es si formada por el contexto socio-cultural en el cual crecemos y vivimos pero, en cuanto ser activos, tenemos la obligación, a menudo, de cuestionar todo esto.